15 abril, 2017 por Carlos Ríos

El problema para la salud pública no es el sobrepeso o la obesidad. El problema real es la epidemia de ultraprocesados que nos rodea en nuestro entorno.

Pon atención, merecerá la pena.

Según los últimos datos, la prevalencia de sobrepeso en España es del 40% y la de obesidad del 21,6% (estudio). Una barbaridad. Niños y adolescentes no se escapan: 25% de sobrepeso y 15% de obesidad. Es decir, de cada 10 niños, 2 tienen sobrepeso y 1 obesidad. Un incremento de casi el 10% en la última década y media. Un escándalo.

Si consideramos la obesidad como una patología -que lo es- hablamos de una epidemia sin precedentes, algo que haría saltar todas las alarmas de cualquier gobierno, pero esto no ocurre así y lo que reina es el inmovilismo.

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¿Qué nos mata a los españoles?

Defunciones según la causa de muerte en España en 2015

Lo que nos mata a los españoles no es el terrorismo, ni la violencia, ni las epidemias de infecciones, ni los accidentes de tráfico, ni nada de lo que sale en los telediarios cada día como principales amenazas. Lo que nos mata (en el 98% de los casos) son las enfermedades crónicas no transmisibles, especialmente enfermedad cardiovascular y tumores (enlace).

Y es cierto que el aumento de la esperanza de vida contribuye a ello, pero el problema es que estas enfermedades también son las más comunes en los fallecidos entre 29 y 59 años. Cuando alguien muere a esa edad por una de estas enfermedades, en epidemiología aparece el remordimiento de: “se pudo prevenir”. Les siguen enfermedades mentales, diabetes mellitus, hipertensión…

¿Todas ellas son por culpa de lo que comemos? No ¿Lo que comemos contribuye a todas ellas? Sí. Espero que entendáis este último punto, muy importante para empezar a concienciar a la gente.

Factores de riesgo y muerte

El sobrepeso y obesidad contribuyen al aumento de estas enfermedades en nuestro país según el Institute for Health Metrics and Evaluation (enlace), pero fijaros bien, la mala dieta (muchos productos procesados y poca comida real) contribuye más que el propio peso.

Por lo que la epidemia no es solo de obesidad, la epidemia que precede es de mala dieta. De hecho, recientemente se ha propuesto la definición de “obesidad de peso normal” (estudio) para permitir identificar a individuos que, a pesar de estar en un índice de masa corporal normal, padecen comorbilidades asociadas a sus hábitos como sarcopenia, grasa visceral, dislipemia, enfermedad metabólica, etc.

En este post no me centraré en buscar la solución a la obesidad, la cual es multidisciplinar (alimentación, ejercicio físico, psicología, ayuda social, entorno, etc.). En este post me centraré en buscar la solución a una epidemia mayor: el consumo de productos ultraprocesados.

Alimentos que más calorías aportan

Ni dieta mediterránea ni leches en vinagre, la dieta española es la dieta ultraprocesada. Y estas estadísticas son generosas porque tienen un sesgo muy grande: la gente miente en las encuestas (de manera inconsciente).  La gente subestima hasta 800 kcal diarias en su dieta (estudio). Lo que no mienten son los datos de compra de ultraprocesados que han aumentado en más del 50% en apenas diez años (estudio).

Tenemos un problema real y muy reciente, jamás nos hemos enfrentado a nada igual.

Soluciones

Podría seguir aportando datos y datos, pero es que desde que soy estudiante de salud lo único que veo en acción es la presentación de datos y lo que veo inmóvil son las acciones, lo que veo estancado son las soluciones. Por eso quiero ir al grano y ser directo. Quiero aportar soluciones y hacer un llamamiento a la acción.

Divulgar una serie de ideas para que se pongan ya en marcha. El tiempo corre en nuestra contra.

Si el consumo de ultraprocesados se ha disparado cual “epidemia” y afecta directamente a nuestra morbilidad y mortalidad ¿Qué podemos hacer? Podemos fijarnos en otras “epidemias” que sí hemos logrado reducir con efectividad: el tabaquismo y los accidentes de tráfico.

Los accidentes de tráficos se han reducido drásticamente en más de la mitad en menos de una década (aunque cada vez hay más coches y conductores) (enlace). ¿Cómo se ha logrado esto? ¿se ha logrado diciendo a los conductores “lleve una velocidad variada, equilibrada y moderada”? la respuesta es no. Sin embargo, con la alimentación seguimos con el engaño de la moderación.

Accidentes de tráfico entre 1960 y 2016

Con el tabaquismo pasa algo parecido. Sabemos que el tabaco es malo desde hace más de medio siglo, sin embargo, las estadísticas empezaron a reducirse a nivel poblacional a principios de los 90. ¿Por qué se tardó tanto? La industria tabacalera invirtió miles de millones en retrasar medidas políticas reguladoras, al igual pasa hoy en día con la industria de los productos procesados (estudio).

¿Cómo hemos conseguido que accidentes y tabaquismo disminuyan? ¿Podemos aplicar estos “casos de éxito” para luchar contra la epidemia de productos procesados? La respuesta es sí.

Fumadores diarios entre 1993 y 2014

Regulación legislativa para cambiar el entorno

Accidentes: Se mejoran carreteras, se detectan puntos negros, se imponen leyes como el carnet por puntos, restricciones de velocidad, mayores controles de tráfico, actuación específica para eventos con muchos desplazamientos (Navidad, Semana Santa, verano).

Tabaco: se prohíbe su venta a menores, se prohíbe su venta y consumo en lugares públicos, se le imponen duros impuestos, se prohíbe su publicidad. En definitiva, se le pone un entorno más “jodido” para consumir tabaco.

¿Por qué no hacerlo contra nuestro ambiente obesogénico?

Tenemos evidencia científica que hacerlo salvaría miles de vidas. Un reciente meta-análisis de 23 estudios de intervención y 7 epidemiológicos nos dice que poner impuestos a los productos insanos reduciría su consumo (estudio). Y es que tan solo con un 20% de impuestos a las bebidas azucaradas se podría evitar miles de nuevos casos de diabetes cada año en todo el mundo (estudio).

Pero no solo eso, los estudios nos dicen que con el dinero recaudado en los impuestos se podría invertir en promocionar la comida real y esto aumentaría su consumo. Tenemos como caso de referencia el estudio PREDIMED ¿cómo consiguieron que miles de personas en el estudio empezaran a consumir más frutos secos y aceite de oliva? Pues con ayuda económica en su promoción.

Esto no significa que tengamos que hacer campañas para regalar frutas por la calle, sino poner precios mucho más asequibles e incluso invertir en marketing que facilite el consumo de comida real.

Educación y concienciación ciudadana

Regulación legislativa e impuestos son medidas con poca aceptación ciudadana y está claro que los políticos quieren votos, no críticas. Pero pasó con la ley antitabaco o el carnet por puntos, se señaló al gobierno como “paternalista” y coartar las libertades de las personas, pero lo cierto es que pese a quien le pese esas medidas políticas salvaron (y salvan) miles de vidas. Y también nos ahorran dinero. Pero no son las únicas.

Tenemos que concienciar a la población y eso se consigue con educación. En el colegio ya existe desde hace muchos años jornadas de educación para la seguridad vial, para evitar las drogas y el alcohol, etc. ¿Por qué no hay clases que informen de los riesgos del consumo de procesados? ¿Por qué no hay clases de cocina para que los niños aprendan a comer comida real? Lejos de eso, en algunos colegios incluso se reparten muestras de “Mi primer ColaCao” para niños y padres (enlace).

Tenemos campañas a diario en la radio, en la televisión, en periódicos, en las carreteras para reducir la velocidad o no conducir bebido. Tenemos carteles de los efectos nocivos del tabaco en los hospitales, sin embargo, las máquinas de vending campan a sus anchas en centros sanitarios y los menús hospitalarios contienen procesados como zumos, galletas, pan blanco, yogures azucarados, etc.

En el anterior post vimos como la publicidad de los procesados influye en nuestras decisiones y no hay ningún tipo de control que lo impida. El control de la publicidad ha reducido considerablemente el número de fumadores (estudio) al igual que las imágenes de sus consecuencias en las cajetillas de cigarrillos (estudio).

¿Por qué no hacer lo mismo con los productos procesados?

Ejemplo de claim en las latas de bebidas azucaradas de sinazucar.org

Sabemos que el consumo de bebidas azucaradas aumentan el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad (estudio), pero también de diabetes tipo 2 (estudio) y enfermedad cardiovascular (estudio), caries (estudio) ¿no deberían las autoridades sanitarias tomar parte en este asunto y utilizar advertencias en estos productos? Esta información también es educación. La única explicación de que no se haga es la presión de la propia industria alimentaria.

Profesionales de la nutrición al servicio de la población

Tenemos un entorno que nos empuja a consumir productos procesados y carecemos de la educación efectiva para evitarlo. Pues al paquete, por si fuera poco, hay que añadir que estamos huérfanos de profesionales que nos ayuden. Tenemos unidades específicas para tratar adicciones al tabaco, al alcoholismo y otras drogas, incluso al juego de azar.

Los productos ultra-procesados que son ultra-palatables comparten muchas similitudes con este tipo de drogas (estudio), más allá de debatir si son una adicción verdadera o no, ¿por qué no actuamos con las mismas herramientas con las que se tratan esas adicciones?

Algunos estudios nos empiezan a decir que catalogar estos productos como “adictivos” nos facilitan su comprensión para tratarlos y también para promover el apoyo político necesario para su regulación (estudio). Con ello empezaríamos a cambiar nuestra percepción de los productos procesados en lugar de estigmatizar a las personas obesas y cargarles toda la culpa.

Necesitamos profesionales tanto en salud pública como en educación pública que ayuden a prevenir esta epidemia de aumento en el consumo de productos procesados. Si hay vacunas para las epidemias de patógenos infecciosos ¿por qué no hay «vacuna» para prevenirnos de los ultraprocesados? En mi breve experiencia he conseguido que personas dejen su dependencia a estos productos para siempre, pero se necesita atención personalizada e individualizada, apoyo profesional.

El problema es que actualmente solo las clases socioeconómicamente altas se benefician de esta atención privada, una desigualdad que rompe el derecho fundamental a un acceso sanitario igualitario (estudio).

El dietista-nutricionista debe estar en colegios y centros sanitarios ayudando en prevención y tratamiento. El impacto económico de ahorro en sanidad es considerable, puesto que solo la obesidad ya supera más del 10% de los recursos sanitarios de muchos países (informe). Por cada euro invertido en tener dietistas -nutricionistas en el sistema sanitario, la sociedad recibe 63€ netos (informe).

10 acciones que salvarían la vida a miles de personas

Para combatir la epidemia de ultraprocesados propongo el siguiente decálogo:

  1. Impuestos a los productos ultraprocesados. Con el dinero recaudado se financian muchas de las siguientes medidas del decálogo.
  2. Subvención a la comida real. Menor precio, mayor marketing y accesibilidad.
  3. Más campañas de concienciación del peligro de comer productos procesados.
  4. Más campañas de promoción de comida real (ej: «más mercado y menos supermercado»).
  5. Advertencias de las enfermedades relacionadas con el consumo de procesados en sus propios envases. Mejora del etiquetado (sistema «semáforo»).
  6. Prohibir su publicidad dirigida a niños (o a padres). No a la “autorregulación”.
  7. Prohibir su venta en lugares sensibles como zonas sanitarias, educativas, etc.
  8. Dietista-Nutricionista en el sistema educativo: colegios, institutos, asociaciones de padres, etc. Clases de cocina y alimentación saludable como asignatura obligatoria o extraescolar.
  9. Dietista-Nutricionista en el sistema sanitario: unidades especializadas en obesidad y sus comorbilidades (diabetes, dislipemia, hipertensión) y prevención en salud pública.
  10. Equipo de científicos libres de conflicto de interés que asesoren en la elaboración de las recomendaciones nutricionales.

Te preguntarás tú, que has llegado hasta aquí leyendo la parrafada, tu papel en esta historia, ya que solo he hablado de medidas políticas en salud pública. Pues tu papel, aunque no lo creas, es de vital importancia. Tu papel es el de divulgar y de concienciar a esa persona que tienes al lado.

Al igual que otros problemas de la sociedad como la violencia de género, el cambio climático, la drogadicción, etc. no basta solo con medidas políticas, necesitamos acción ciudadana. Pero en este caso tu papel es más relevante todavía porque todas estas medidas políticas que he propuesto en el decálogo no van a llegar hasta dentro de mucho.

El lobby de los procesados lo retrasará. Pero nosotros podemos ser el mayor de los “lobbies” y ejercer presión para que se actúe cuanto antes, y con ello, salvar la vida a miles de personas.

¿Merecerá la pena? Yo creo que sí.

Carlos Ríos.

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